lunes, 24 de marzo de 2008

Vos seguí Alexis, aguantá, no aflojes...

Aflojen un poco. No puede ser que en el fútbol argentino no se pueda pisar la pelota que ya vienen los compadritos de siempre a tratar de copar la parada. Alexis Sánchez es de potrero, nació para jugar a la pelota, lo disfruta, lo siente en el alma, le brota por los poros, le guste a quien le guste. El tipo la mueve, la pisa, amaga, intenta siempre (si, también es egoísta, pero asi suelen ser los habilidosos). Pero acá, cuando alguien hace algo distinto, te hace pasar de largo, te mete un caño o la pone bajo la suela para ver si se la podés sacar, los rivales reaccionan mal. Como pasó este domingo con los jugadores de Vélez cuando perdieron 2 a 0 con River, dejando el invicto y la punta. El chileno les pintó la cara en el primer tiempo y no se la aguantaron. Le pegaron hasta el cansancio. Pero él demostró que es guapo y no de la boca para afuera. Es guapo con la pelota, que es lo que vale en el fútbol.
Claro, siempre está el que argumenta: "¿Por qué no la pisa cuando va perdiendo? O ¿Por qué no tira caños cuando juega de visitante?". ¿Eso es un argumento? ¿No vale jugar bien cuando uno gana? ¿No vale tener la pelota y gozar cuando el rival no tiene con qué lastimarnos? ¿Sí vale pegar patadas?
Por favor, el fútbol hay que gozarlo....los de adentro y los de afuera....Y si los que no saben no se la bancan, que se vayan, que se dediquen a otra cosa y que nos dejen a nosotros ser felices.
Alexis, no me afloje, no se asuste con los energúmenos que vienen directo a quebrarlo, usted siga con su gambeta, su pisadita y sus caños....salte las patadas y deje que los demás hablen mientras usted y nosotros disfrutamos.

sábado, 22 de marzo de 2008

Se me desgarró el paladar

Que es lento, que lateraliza, que juega para atrás, que "me pone nervioso", que "es un amargo, siempre con esa cara", que tiene mal carácter, que se lleva mal con los técnicos, que no pone ganas en las prácticas...Uf, si se dirán cosas de Román Riquelme. Pero lo cierto es que, en el fútbol argentino (y habría que revisar detenidamente el de los demás países), el diez de Boca y preferido del Coco Basile, es el único que sabe a lo que juega.
Cabeza levantada, pelota bajo la suela, no hay nadie igual. Ni siquiera parecido. Román hace magia con la pelota. No se esconde, como muchos. La pide siempre (no me vengan que contra Alemania no aportó o que es un pecho frìo y esa cantinela....¿o se olvidan de que la Copa Libertadores 2007 la ganó él solito?). La mueve, la hace correr. No corre él, atolondrado, con la pelota. La pelota es la que corre, suave, feliz, por toda la cancha. ¿lateraliza? Claro, abre la cancha, hace jugar al resto. Pero cuando verticaliza, ¿quién lo para? ¿Quién tiene su panomara? Nadie. La pisa, quiebra la cintura y la pone en un ángulo. O te deja pagando con un caño monumental (¿te acordás Yepes). Mira para un lado, la pasa para el otro dejando tres defensores en el camino y al delantero solito para que haga lo suyo, si sabe. Construye paredes todo el tiempo. Te la da redonda. Aunque claro, si al que tiene al lado es Dátolo, es un problema.
Lo cierto es que una de mis únicas esperanzas, o el único que me garantizaba que algo bueno podía pasar en 90 minutos que suelen ser un suplicio, se rompió por tratar de arreglar los desastres que hacían sus compañeros. Se desgarró Román. Casi un mes sin él. Se desgarró mi paladar. Voy a buscar hielo....el Coco necesita un whisky.

lunes, 17 de marzo de 2008

Así no, Racing....así no

Claro. A mí solo se me ocurre intentar defender momentos deportivos de paladar negro si lo que más observo es el torneo argentino. Uno se predispone el domingo para "una tarde de buen fútbol", como decían los comentaristas de antes. Se sienta frente a la tele y piensa: "River-Racing y Huracán-Boca....algo tengo que encontrar que me sirva para pelear por el buen gusto...." Pero como habrán visto, nada de eso. Dos bodrios. ¿Será cierto que algún iluminado dijo alguna vez que el resultado perfecto es el 0 a 0?....¿Qué habrá tomado antes de decir eso?
Pero quiero detenerme, como lo hice en mi texto anterior, en las actitudes. Racing solía ser, allá lejos y hace tiempo, un equipo temible. Y, a pesar de sus vaivenes y sus crisis, enfrentarlo siempre conllevaba cierto temor a los rivales. Ayer, la actitud del equipo de Micó fue triste. No buscó nunca ganar el partido. Nunca. Está bien, me dirá más de uno que conoce sus limitaciones. Sabe que dentro del plantel, con un club golpeado, no hay mucho para hacer. Pero lo que mostraron ayer en la cancha de River no es fútbol. Jugaron a otra cosa. Pero no al fútbol que todos queremos disfrutar.
Del otro lado, mucha actitud ganadora. El Cholo Simeone agarró la lanza desde afuera y se la pasó todo el partido dando indicaciones al mejor estilo Ramón: "Vamos...atacá, atacá...!!!!!!!!!!!!!!", se desgañitaba a viva voz. Y River atacó. Con muchas dificultades, dependiendo mucho de los centros a Abreu, pero por lo menos tuvo algún vestigio de paladar negro en la actitud.
Eso sí, hubo chispazos en alguna gambte ade Ortega mientras estuvo en cancha, un quiebre de cintura de Abreu para dejar desairado al arquero Navarro, mucho vértigo de Buonanotte y los amagues del chileno Sánchez. Algo es algo, pero muy poco.
Igual Boca. Bien por la actitud, pero poco más para destacar. Riquelme hace algunos partidos que está lejos de deleitarnos. Y de Palermo no vamos a esperar grandes lujos, ¿no?
Como no veo todo, espero que alguien me ayude a ver en otros partidos, en otros deportes, actitudes que ameriten ser llamadas "de paladar negro". Bienvenidas las colaboraciones.

miércoles, 12 de marzo de 2008

"Vamos....vamos", Ramón

Ir al frente también es tener paladar negro. Por eso el grito de “Vamos, vamos...” de Ramón Díaz en el partido que San Lorenzo le ganó al Real Potosí, acompañado por u gesto con las manos hacia el sector donde su equipo atacaba, fueron un soplo de aire fresco para los que amamos el fútbol, en el buen sentido de la palabra. El Pelado cambió el viejo "Dale, dale...." sin contenido que tenía en River, por este "vamos, vamos...." que es toda una declaración de principios.
Porque el fútbol es eso, ir al frente. Si se puede con buena técnica, por medio de paredes, caños, taquitos, rabona o quiebres de cintura, mejor. Si no, aunque sea con la actitud de creer con convicción que el arco de enfrente debe ser el objetivo primordial de todo equipo.
Ya basta de tacticismos, de conseguir la diferencia mínima y empezar a meter mano en el banco de suplentes para “cuidar el resultado”. ¿Cuidarlo de qué? ¿Le va a pasar algo, lo van a matar, hay que guardarlo en una cajita para siempre? Claro, ¿quién piensa en nosotros, los que estamos parados en la tribuna, o sentados en la platea o en casa frente a la tele para ver un buen espectáculo? Pocos.
Es obvio que los carrileros, los doble-cincos, los cabeza de área, los 4-4-2 y los entrenadores timoratos que abundan en el fútbol mundial, nos han perjudicado. Ya no hay lujos para llenarse los ojos, o jugadores capaces de, con un firulete, hacernos olvidar que nuestro equipo hace rato no gana o se está por ir al descenso. Pobre de aquel al que se le pianta un lagrimón (Carlos Bilardo, por caso) porque un jugador corre tanto por su lateral que deja un surco al lado de la línea de cal. ¿Eso es fútbol? No, claro que no. Eso es atletismo. Vayan al CeNard a ver a los velocistas y déjennos a nosotros disfrutar tranquilos de los librepensadores del fútbol, de los desobedientes, de los que juegan “libres”, buscando llegar al arco rival como Dios manda, con buen gusto, con auténtico paladar negro.